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Desvaríos antes de mi sesión psicoanalítica.

Siempre creí que cuando llegase el momento de morir una especie de satisfacción previa a ese instante me sacudiría. Sin embargo, hoy he visto el aquí y el ahí. Fue un sueño, lo sé. Una especie de visión simultanea donde el presente y el futuro eran uno solo.   No había diferencia entre un acto en este tiempo u otro. Tengo 50 años y también 32. Sé que morí-ré tranquilamente en mi casa. No me percataré de ello. Simplemente estaré vivo y luego ya no.      Lo que me recuerda algo de cuando practicaba el cristianismo institucional, en el cual los pastores y conferencistas hablaban del día de la resurrección, de ir al cielo. Aunque eso era teológicamente errado. No hay un lugar al cual ir. Una nueva época para vivir, decían, donde estaría Dios aguardando por nosotros y no podríamos hacer nada más que admirar su gloria y belleza. Já, antes me daba vergüenza decirlo, pero toda esa idea me parecía aburrida. Número uno, no quiero vivir otra vez. Una vida es suficiente. Núme...

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